Imagino que pensaréis que, con este título, me refiero al retorno a Alicante, al sofocante calor, el asfalto, las aglomeraciones, el ruído, la vuelta al trabajo...
Pues no (aunque podría ser, perfectamente).
En este caso hablo de la ruta que hemos hecho este sábado: El Barranco del Infierno, también llamada La Catedral del Senderismo.
Creo que ya es la décima vez que hago este sendero y tengo que confesar que hoy ha sido una de las más pesadas y complicadas.
Pablo, José, Brutus y yo hemos madrugado bastante para poder llegar hasta el inicio del sendero lo más temprano posible. Aún así, el sol ya estaba dando caña cuando hemos llegado.
Pasar, en cuestión de tres días, de 3º a 35 ó 40º supone un cambio muy impactante y eso lo ha notado mi viejo y cansado cuerpo... jejeje Cada paso en esta escalonada ruta me ha costado el doble, os lo aseguro. Además, cuando ya llevábamos un tercio de ella, a José le ha dado una 'pájara', añadiendo más tensión al asunto. Al final, cuando la estábamos finalizando, Brutus se ha despistado, se ha quedado bloqueado en una terraza del camino y hemos tenido que rescatarlo.
Finalmente, hemos estado en uno de los bares del pueblo (Benimaurell) reponiendo todos los líquidos que habíamos perdido por la deshidratación del accidentado trayecto.
Decir que Pablo ha demostrado encontrarse en una perfecta forma física y ha sido el único que ha hecho el recorrido sin ningún problema, incluso iba y venía para echarnos una mano.
Valoración: 4****
Recomendable: Sí, si no no la habría hecho tantas veces (pero procurad evitar los días de sol abrasador, como el de hoy)
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